El Buen Hombre

RELATO CORTO EL BUEN HOMBRE

EL BUEN HOMBRE

Dijor era un buen hombre, siempre dispuesto ayudar a quien lo necesitaba. Había nacido y vivía en un pequeño país, tan pequeño que casi nadie sabía ubicarlo en los mapas.

A pesar de ser un país que, por su tamaño, podía parecer insignificante, en realidad era una tierra rica y próspera, que estaba dirigida por políticos, que como los de otros países más grandes, eran también grandes corruptos. Eso sí, con la habilidad de echar huesos al pueblo en el momento adecuado para que todo el mundo estuviera si no contento, por lo menos callado.

Dijor que como todos los buenos hombre era bastante iluso y con una buena fe casi exacerbada, pensaba que aquellos consumados chorizos no es que robaran al pueblo, simplemente no sabían hacerlo mejor. Por ello decidió que trataría de ilustrarles para que mejoraran sus conductas.

Trató en vano de entrevistarse con los líderes de los distintos partidos, pero no hubo manera de conseguirlo. Después de darle muchas vueltas al tema le pareció que debían estar muy ocupados y que no podían perder el tiempo. Su candidez y absoluto convencimiento de la bondad del ser humano, no le permitían darse cuenta de la realidad.

EL BUEN HOMBRE - ©MONTSERRAT VALLS Y ©JUAN GENOVÉS
EL BUEN HOMBRE – ©MONTSERRAT VALLS Y ©JUAN GENOVÉS. IMAGEN DE ©NIS FRAME EN PEXELS
Entonces se le ocurrió una gran idea: ¡se haría político! De este modo podría explicar sus ideas en el parlamento y seguro que todos estarían de acuerdo.

Para conseguirlo, puso manos a la obra para conseguir las 2000 firmas que precisaba para poder inscribir un nuevo partido. De hecho, fue visitando casa por casa contándoles sus ideas y en poco tiempo las consiguió.

Una vez inscrito el nuevo partido, al que llamo “DPPEP” (o sea Del Pueblo Para El Pueblo) con unas nuevas elecciones ya a la vuelta de la esquina se puso en contacto con los líderes de os otros partidos, que esta vez sí aceptaron verle posiblemente para prever futuras alianzas, en el improbable caso de que consiguiera representación parlamentaria.

Les explicó sus ideas para mejorar las condiciones del pueblo y al final de las conversaciones exponía la que, desde su punto de vista era la idea estrella. Dicha idea consistía en lo siguiente: para forzar a los políticos a esmerarse lo más posible, deberían dar al pueblo una herramienta. Esta herramienta consistiría en que la abstención de voto superior al 15% y los votos en blanco y los nulos, se convertirían en escaños vacíos, con la misma proporción de votos que los que se adjudicaban a los políticos.

Todos, invariablemente, alabaron sus ideas, pero en su interior se descojonaban. En la actualidad era tal el desencanto político que solo votaban el 50% de los censados como posibles votantes.

Una vez terminó con su ronda de vistas Dijor se sintió muy satisfecho. Estaba convencido de que, por la forma de reaccionar que todos los líderes habían tenido, pondrían en marcha la medida, aunque él no tuviera representación el parlamento.

Llegó el día de las elecciones y el hastío del electorado hacia todos los políticos conocidos, (solo había votado el 49% del censo), produjo el milagro y el DPPEP, ganó por una abrumadora mayoría… Dijor saltaba de alegría, por fin podría ayudar de verdad a sus convecinos. Mientras el resto de los políticos se cagaban en todo.

Una vez ya elegido presidente, Dijor en la primera sesión de la cámara, propuso su nueva ley electoral. La prepararía y en pocos días la sometería a votación para su segura aprobación, ya que tenía la mayoría suficiente para ello.

El resto de líderes de los otros partidos, sabían que si querían seguir viviendo del cuento tenían que evitar tamaña barbaridad. Por lo cual, con rapidez se movieron entre los parlamentarios del DPPEP para prometerles el oro y el moro… ya solo quedaba un obstáculo que salvar: Dijor.

Curiosamente muy pocos días después, evidentemente antes de que la ley se presentara, Dijor sufrió un accidente de tráfico en el que murió en el acto.

Con la connivencia de los parlamentaros de DPPEP, se decidió convocar nuevas elecciones, en estas DPPEP, ya no existía. Eso sí, todos sus miembros militaban en las filas de los otros partidos… Habría muchas más bocas que alimentar…

¿Sabéis quién lo pagaría?

El Buen Hombre – Serie Relatos Cortos – Copyright ©Montserrat Valls y ©Juan Genovés

Más relatos cortos

Algunos de nuestros libros