RELATO CORTO – TITIVILLUS
TITIVILLUS
Mayo de 2022
Miguel, sentado frente a su portátil, está escribiendo los últimos renglones de su novela. Es un escritor que además de creativo e imaginativo, es sumamente pulcro y exigente en su trabajo.
Sabe que su editorial corregirá los textos, pero no quiere que en sus relatos existan errores ortográficos, ni tampoco disparates básicos de estilo.
Justo al terminar de poner el último punto de su obra, se dirige a la primera palabra de la novela para empezar a corregir posibles fallos. Aunque se jacta de que no suele encontrar ninguno.
Al llegar a la sexta página se sorprende al ver con estupefacción, en la sexta palabra del sexto párrafo, que una malévola “v” se ha colado dónde debía figurar una precisa “b” y no puede reprimir un sonoro: “me cago en Titivillus…”
De inmediato su rostro muda de una expresión de enfado a una sonora carcajada al darse cuenta de la influencia de su abuelo en la frase que acababa de soltar.
Cuando era pequeño su abuelo, ahora ya fallecido, le había contado que en la Edad Media se decía que un diablo llamado Titivillus hacía confundir a los escribas que confeccionaban las biblias, para que la palabra de Dios quedara tergiversada. Además de, si podía, condenar el alma del infeliz escriba que hubiera errado.
Según le había contado en las páginas dónde podía haber errores el escriba solía indicar al pie que si los había eran culpa de pérfido Titivillus.
Julio de 1453
Hans, un prestigio escriba de Maguncia, está a punto de culminar una Biblia de gran tamaño en la que está trabajando desde mayo de 1452. Más de un año de esmerado trabajo, escrito en perfecta letra gótica, plasmada con un muy buen y prolijo estilo.
Está escribiendo con gran cuidado, para no cometer errores las últimas letras de esta mastodóntica obra… Justo entonces, cuando Hans piensa que lo único que quedará por hacer son las cenefas y orlas de las páginas en las que aún no lo ha hecho, de modo inexplicable, sin saber cómo, una subrepticia “v” se le escapa en lugar de la correcta “b”…
Al darse cuenta, brotan lágrimas de sus ojos. No sabe qué hacer, sabe que se juega su alma, esa alma que Titivillus pretende arrancarle a Dios. Con inquietud se retuerce los dedos intentando encontrar una solución. Una buena parte de su trabajo ya le ha sido pagada, pero está convencido que la única solución es hacer desaparecer la obra. Dirá que la han robado.
Elucubra en que forma hacer desparecer la obra sin que se pueda rastrear. En su menta forja la solución. Hay una pequeña capilla en la catedral de Maguncia donde bajo el altar hay una trampilla en el suelo que desde hace años no se abre. La pondrá allí… de este modo ofrecerá la obra a Dios, como forma de alcanzar su perdón.
Dos horas más tarde
Dos horas más tarde, esa Biblia, con el error debidamente corregido reposa, espera Hans que “in eternum”, bajo la trampilla de la pequeña capilla de la catedral, a modo de inerte ofrenda a Dios en busca de su Divino perdón.
Pasan los días y aquellos que le habían encargado la obra proceden contra Hans para que les reintegre el dinero que ya le han pagado. El escriba se ofrece a hacer de nuevo el trabajo, pero sus acreedores no lo aceptan, con lo cual Hans, es expropiado de sus bienes y condenado a la deshonra…
Poco tiempo después, abandonado también por su familia, Hans fallece presa del temor al castigo eterno, de un fallo cardíaco.
Junio de 1566
Heinrich von Stockheim durante una inspección de los distintos recovecos de la catedral de Maguncia, al levantar la pequeña trampilla situada debajo del altar de una diminuta capilla, encuentra la Biblia Gigante que, hace más de un siglo, Hans escondió allí.
Pensando que alguien la sacó de la biblioteca y la dejó bajo el altar por descuido, la coge y la lleva a la biblioteca de la catedral.
La pone en uno de los atriles y revisa por encima los dos enormes volúmenes de 57,6 x 40,5 cm que la componen. Después de admirarla durante largo rato, al llegar a la última página observa que en la última palabra hay una letra corregida, concretamente una letra “b” y piensa: el escriba que hizo este trabajo era muy bueno. Un solo error en las 458 páginas es un trabajo extraordinario. La cierra, la pone en una de las estanterías y regresa a su trabajo.
Mayo de 2022
Miguel lleva el manuscrito en papel y también en formato “pdf” a su editor. Aunque sabe que es una gilipollez, siente cierto temor a que aquel anómalo error ortográfico que tuvo, le traiga mala suerte y no se la acepten.
Cuando llega habla un rato con el editor y le deja el trabajo… éste le dice: la leo tranquilamente y a principios de junio te digo algo.
Junio de 2022
Suena el móvil de Miguel, que observa la pantalla e inmediatamente atiende la llamada, sabe que es Lorenzo, su editor.
–Hola Lorenzo. ¿La has leído? ¿Qué opinas?
–Sin duda es lo mejor que has escrito. Es francamente buena. Pásate mañana y firmamos los papeles. –De acuerdo –responde Miguel alborozado, mientras por sus adentros piensa: no se ha portado mal ese jodido de Titivillus… Nunca más me cago en él… y rompe a reír mientras le parece ver a su abuelo riendo también al mismo tiempo.